LOS NIÑ@S MÁS FELICES
DEL MUNDO
Es un hecho
contrastado y fundamental que el afecto que mostramos a nuestros hijos es la
herramienta más importante de esa obra de ingeniería emocional en la que se
convierte el procurarles un desarrollo integral, completo y sano. Los niños,
sin excepciones, necesitan ser y sentirse queridos, con palabras, gestos y
hechos. Si no reciben este sustento afectivo, pueden empezar a surgir dudas
acerca de sí mismos y sobre los que les rodean.
La mejor manera de
transmitir afecto a nuestros hijos es, evidentemente, decírselo, de todas las
formas posibles y en varias ocasiones (¡hay muchos momentos ideales a lo largo
del día!). Pero hay otras maneras. Y una de las más poderosas, efectivas y,
cómo no, divertidas, para los pequeños y los grandes, es JUGAR. Un/a pequeño/a
ve y siente que es querido cuando un adulto deja todas sus ocupaciones para
pasar TIEMPO con él/ella. De esta manera, el mensaje que transmitimos le hace
sentirse importante, necesario/a para nosotros, y por tanto, ¡el/la niño/a más
feliz del mundo!. Esto fortalece, entre otras muchas facetas, dos elementos
esenciales: su autoestima y su identidad.
Por tanto, si jugar es
una manera maravillosa de mostrar afecto a nuestros hijos, y además favorece su
desarrollo,… ¡los JUGUETES se convierten en unos “cachivaches” importantísimos!.
Con ellos, los adultos tenemos la excusa perfecta para pasar un rato con
nuestros pequeños, un espacio donde además podemos encontrar otras recompensas
para todos; podemos fomentar el diálogo o simplemente la expresión verbal,
manejar normas para que vayan familiarizándose con la importancia de las
mismas, cuando participan varios, reforzar valores como la solidaridad, el
placer de compartir, la tolerancia, etcétera. Sin olvidar, por supuesto, la
¡¡¡DIVERSIÓN!!!
Sergio
Hernández Hernández. Psicólogo